sábado, 29 de octubre de 2011

Cotidiano






Por Guillermo Anderson

Como ciudadanos y consumidores, nos vemos obligados en muchas oportunidades en nuestra vida cotidiana, transitar los infinitos laberintos de la burocracia tanto en el ámbito público como privado.
Miles de seres anónimos debemos formar largas filas, sacar fotocopias de varios documentos, sentarnos a esperar, esperar y esperar a que toque nuestro número, cual si fuéramos personajes escritos por Franz Kafka.
Si sacáramos un cálculo de las horas que pasamos esperando por esos lugares, con carpetas bajo el brazo, seguramente llegaríamos a la cuenta de que pasamos mucho de nuestro valioso tiempo en largas y tediosas esperas.
Mientras esperamos, se puede observar a los que se encuentran alrededor, algunos en silencio, con caras de bronca, otros comparten el fastidio colectivo, se oyen frases tales como “Llevo acá desde las nueve y nadie me atiende” o”¿Por qué tantas ventanillas, para que solo atienda una caja?”.
La frase”Se cayó el sistema” usada habitualmente en varias entidades, aumenta el cólera de personas que suelen irritarse con facilidad.
Cuando efectivamente llaman por nuestro número, nos acercamos a la ventanilla pueden, pasar varias situaciones, que todo este correcto, que no sea el lugar indicado por el cual realizar el trámite o en su defecto que falte alguna documentación.
Si al finalizar la lectura de estas líneas usted esboza una sonrisa o asiente con la cabeza, seguramente se haya enredado alguna vez en esa maraña de papeles y tramites en su irremediable cotidianidad.

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