viernes, 12 de agosto de 2011

El abismo del delirio y la muerte

Por Sebastián Llobet

  "Eterno atardecer sentado al borde
   de el abismo más profundo"
                                                La renga

En el abismo del destino me encontraba, decidiendo entre lo que debo y lo que tengo que hacer. Cruel encrucijada que la desdicha nos impone; difícil decisión de los decires de la vida pronuncian. Dejarme caer o permanecer allí, ese era el tema que sonaba en mi risueña elección. Elección paradójica y arriesgada; sin ningún motivo por el permanecer anclado en mi sitio, pero con muchas de perder decidiendo dejarme caer en el precipicio de lo incierto.

Lo que se encuentra más allá me espera. Parece que desea que yo lo encuentre, pero no me das más pistas que esa. La elección es compleja; ¿Dejar todo atrás? ¿Dejarse llevar? Qué ruin el destino que me acecha. Se hace difícil tomar una decisión.

Imaginemos que podría llegar a tener ese más allá diferente al más acá; cuales serán los obstáculos que se me impondrán y que facilidades podría llegar a encontrar. El trabajo intelectual es arduo, diría penoso. ¿Cuantos desencuentros bastan para poder elegir un lugar mejor? ¿Cómo cuantificar una vida repleta de incertidumbres? Esto es algo que no nos enseñan en los libros.

Lejos de los pretextos, me encuentro sólo; esta decisión es mía y de nadie más. ¿Por qué insiste en enterrarte en mis decisiones? No tomare partido de las modestas palabras que propician afecto, ni de los ultrajes que imponen los sentimientos efímeros de alrededor. No me seguirán al mausoleo vagos recuerdos, ¿o acaso si? Como saberlo; el otro lado no me exige nada, solo desea que me vaya de donde estoy, es la entrega total a cambio de… ¿A cambio de qué? ¿Cómo imaginarlo?

Esta voz no cesa de decirlo, me espera algo mejor, y como no voy a creerle; me conoce demasiado. Me esta contando sobre este sitio, donde los problemas dejan de ser agobiantes, donde los lugares son cálidos y hermosos, y las personas comprensivas y tranquilas. Me trata de convencer sobre lo incierto, y eso genera miedos. Esos temores no se disipan con cautela, cada minuto parece hacerse eterno, los segundos no asesinan al tiempo, el reloj parece detenerse. El espacio próximo no se distingue de la lejanía; ¿Dónde me encuentro? ¿Por qué estoy parado aquí? Las preguntas me invaden y me reclaman una respuesta inmediata. No las tengo. No tengo ninguna respuesta; y mientras menos pueda contestar, más interrogantes me asaltan. Este círculo vicioso fue demasiado lejos, debo reponerme.

¿Desde cuando la cordura es bien paga? ¿Acaso no puedo decidir yo mismo lo que espero? ¿Acaso nos imponen la vida y lejos de poseerla la menoscabamos? No quieras decirme lo que debo hacer, vete de mi cabeza, déjame tranquilo, no quiero que estés más aquí. ¿Por qué no te vas? No quiero escucharte más! Estas hablando demasiado, ya no deseo escucharte.

Este abismo es demasiado estrecho, muy oscuro y tétrico, no deseo resignar mis anhelos al azar de lo potencialmente mejor. Decido quedarme aquí, sentado sobre mis pies, meditando con mi silencio cuan bueno era ese destino que me exigías, pero que resigno, por un minuto más de aliento…


jueves, 4 de agosto de 2011

Karl Marx




“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo ,pero de lo que se trata ahora es de transformarlo”

Tesis XI sobre Feubarch 1845