sábado, 26 de diciembre de 2009

Padre Nuestro

Por Fabulosos Cadillacs

Me estas consumiendo, me estas malgastando
Me estas desesperando y me arrodillo por vos
Me estas confundiendo, me estas caminando
Y estas resecando, Ay Señor, mi corazon
Quiero ver amanecer,
Pero del otro lado ver amanecer
Pero alguien se queda aqui para
saber si yo sigo vivo
Por eso quiero ver amanecer,
Pero del otro lado ver amanecer
Pero alguien se queda aqui
Para saber si yo sigo vivo

Tengo el alma escapada,
La conciencia mareada
Mi vida esta tan cansada,
De buscar tu perdon
Vengo volando muy bajo,
Buscando algun claro donde descansar
Es que ma vengo bandeando,
Me estoy cayendo de tanto esperar.

Cielo bonito devuelve mi alma,
Cielito yo te pido otra oportunidad
Cielo no me hundas, no me desmorones
Cielito no me dejes sin saber la verdad.
Quiero ver...

Me escapé de mi casa
me escapé de mi amor
pero nadie se escapa
de tu mano señor
Quiero ver amanecer

sábado, 19 de diciembre de 2009

Canción para un niño en la calle


Por Armando Tejada Gómez - Ángel Ritro
A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle...
¡Hay un niño en la calle!

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
Evitar que naufrague su corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate
Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto,
Porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Todo los tóxicos de mi país
A mí me entran por la nariz
Lavo autos, limpio zapatos
Huelo pega y también huelo paco
Robo billeteras pero soy buena gente
Soy una sonrisa sin dientes
Lluvia sin techo, uña con tierra
Soy lo que sobro de la guerra
Un estómago vacío
Soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío
El mejor guía turístico del arrabal
Por tres pesos te paseo por la capital
No necesito visa pa’ volar por el redondel
Porque yo juego con aviones de papel
Arroz con piedra, fango con vino
Y lo que me falta… me lo imagino

No debe andar el mundo con el amor descalzo
Enarbolando un diario como un ala en la mano
Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
Golpeándonos el pecho con un ala cansada.
No debe andar la vida, recién nacida, a precio,
La niñez arriesgada a una estrecha ganancia
Porque entonces las manos son inútiles fardos
Y el corazón, apenas, una mala palabra.

Cuando cae la noche duermo despierto
Un ojo cerrado y el otro abierto
Por si los tigres me escupen un balazo
Mi vida es como un circo pero sin payasos
Voy caminando por la zanja
Haciendo malabares con cinco naranjas
Pidiendo plata a todos los que pueda
En una bicicleta de una sola rueda
Soy oxígeno para este continente
Soy lo que descuido el Presidente
No te asustes si tengo mal aliento
O si me ves sin camisa
Con las tetillas al viento
Yo soy un elemento más del paisaje

Los residuos de la calle son mi camuflaje
Como algo que existe, que parece de mentira
Algo sin vida, pero que respira

Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
Que hay millones de niños que viven en la calle
Y multitud de niños que crecen en la calle.
Yo los veo apretando su corazón pequeño,
Mirándonos a todas con fábula en los ojos.
Un relámpago trunco les cruza la mirada,
Porque nadie protege esa vida que crece
Y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.

A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle...
¡Hay un niño en la calle!

viernes, 18 de diciembre de 2009

Himno a la belleza

Por Charles Baudelaire

¿Bajas del hondo cielo o emerges del abismo,
Belleza? Tú mirada infernal y divina
Confusamente vierte crimen y beneficio,
Por lo que se podría al vino compararte.

Albergas en tus ojos  al poniente y la aurora,
Cual tarde huracanada exhalas tu perfume;
Son un filtro tus besos y un ánfora tu boca               
Que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso

¿Del negro abismo emerges o bajas de los astros?
Como un perro el Destino sigue ciego tu falda,
Al azar vas sembrando  el luto y la alegría
Y todo lo gobiernas sin responder de nada.

Caminas sobre muertos, belleza y de ellos ríes;
El horror, de tus joyas no es la menos hermosa
Y el crimen, entre todas tus costosas preseas
Danza amorosamente sobre el vientre triunfal.

La aturdida falena vuela hacia ti candela,
Crepita, estalla y grita:¡Bendigamos la llama!
El amante; jadeando sobre su bella amada,
Semeja un moribundo que su tumba acaricia.

Que tu llegues del cielo o el infierno, ¿Qué importa?
Belleza, inmenso monstruo, pavoroso e ingenuo,
Si tu mirar, tu risa, tu pie, me abren las puertas
De un infinito que amo y nunca conocí

Satánica o divina, ¿que importa? Ángel, Sirena,
¿Qué importa? si tu vuelves –hada de ojos de raso,
Resplandor, ritmo, aroma,¡oh mi señora única!
Menos odioso el mundo, más ligero el instante.

                                                    
                                                               

sábado, 12 de diciembre de 2009

El sueño piquetero de Darío Santillán




Por: Martín Azcurra

En pocos años, un simple pibe de barrio atormentado por las injusticias sociales encarna el sueño de otras generaciones. ¿Qué dejó y qué tomó para emprender ese camino? ¿Cómo era el trabajo cotidiano detrás del piquete? Una historia de vida y militancia como otras, que nos muestra que la mecha revolucionaria sigue encendida.


1. Mientras tarareaba una canción de Gilda, Teresa escuchó los murmullos de una multitud que se acercaba por una calle lateral. Con sus tímidos 27 años, se sumó excitada a la creciente movilización que poco a poco se convirtió en pueblada en la lejana Cutral-Có. Una represión es una ráfaga. Nadie sabe de dónde viene, quién da la orden, ni cómo terminará. El tiempo ingresa en un agujero negro. Cuando la niebla de los gases empieza a oler a pólvora agria, es el momento de correr. Los pocos que logran vencer el miedo y mantener la calma aunque sea unos segundos evitan desmanes y tragedias. Así fue que vieron a Teresa agarrarse el cuello con las dos manos. Y aunque lo intentaron, no pudieron evitar que se fuera. ¿Cómo se planifica un asesinato político? El cadáver de Teresa cayó en el límite entre el miedo y la furia. Cuando su nombre empezó a flamear sobre cientos de hombres con dignidad, algún funcionario de traje y corbata se rascó la cabeza huesuda y pensó que algo había salido mal.
Recuerdo que, por esa época, los talleres industriales del conurbano bonaerense se cubrieron de polvo. Hombres duros caminaban sobre una tierra árida. Pequeños grupos barriales, todavía con la inocencia democratista de los noventa tuvieron que poner otro cajón de madera en la ronda para un vecino más sin trabajo. Y otro al día siguiente.
En ese tiempo, con unos compañeros periodistas y militantes barriales de la zona sur hicimos una agencia popular de noticias. Después de presenciar enormes asambleas de obreros en las puertas de una fábrica cerrada en Florencio Varela, nos encontramos con grupitos de desocupados de Solano, que discutían qué hacer antes: si pedir trabajo o cambiar el sistema. Uno de los primeros grupos que recuerdo se llamó Teresa Rodríguez, fue un germen (y una mecha) de organizaciones sociales de nuevo tipo que se formaron en el Gran Buenos Aires en la última década.
2. Darío estaba escribiendo “Hermética” con una birome en el pupitre cuando su mente empezó a conspirar contra la directora de la escuela. Con algunos compañeros, llegaron al Centro de Estudiantes y tenían la pretensión de cambiar las cabezas de los alumnos sumisos. Su madre, enfermera de una enorme vocación de servicio, había fallecido hacía poco. Un barrio de trabajadores humildes forjó sus códigos y su solidaridad de clase, que poco a poco fueron mutando en acción revolucionaria. El motor fue el mismo de todos, la crueldad cotidiana a la vuelta de la esquina. En su pieza de sueños infantiles, circulaban ahora libros sobre luchas latinoamericanas y voces de fantasmas. Ahora pienso que un gran error de los milicos fue no permitir la sepultura de las víctimas, porque todavía siguen dando vueltas entre nosotros, desvelándonos con un gran sentimiento de injusticia. Una noche, en una peña, Darío recibió el traspaso de mando. Con un vino de por medio, como agua bendita, el viejo militante le había depositado su herencia, con la energía reparadora que se traga en el exilio. Y justo cuando le habían empezado a causar gracia las discusiones estériles con la directora de la escuela, emergía un nuevo actor en las luchas sociales que atrajeron toda su atención.
Como fuego, otra pueblada hizo temblar el país. En medio de una protesta en la ruta nacional 34, un policía uniformado se acercó al piquete, se corrió el protector del casco y disparó en el rostro de Aníbal, un obrero padre de cinco hijos. Los pobladores de Mosconi y Tartagal no lo podían creer, ni tolerar. Tomaron la comisaría, la empresa de luz, la municipalidad y el diario local. Vacías y con las puertas abiertas, las casas evidenciaban bronca e indignación. El pueblo entero subía, pisando fuerte por el valle, hacia las rutas ensangrentadas. Los ecos de su paso indignado llegaron hasta el corazón de Buenos Aires y le dieron identidad a una nueva fuerza social de la que Darío no quiso estar al margen. La Coordinadora Aníbal Verón crecía al calor de los piquetes y las tomas de tierras.
No bastaron las comodidades que le ofrecía su padre para que se quedara en casa; Darío dejó todo por el MTD de Lanús y se sumó a la toma de seis hectáreas abandonadas del barrio La Fe, en Monte Chingolo. Pensaba instalarse junto con su hermano Leo y contribuir desde allí al fantasma de la revolución social que se acercaba presuroso desde el interior. Noche y día, aguantó tormentas, calor agobiante, chapas que se volaban a mitad de la noche, riñas por el pan y la leche, y sobre todo la espesa tensión por el desalojo inminente. Por todo lo que era Darío, fue el vocero de los pobladores...
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº85 - Diciembre 2009)

Autoayuda para corazones rotos


 

Concha Buika acaba de grabar un disco en homenaje a Chavela Vargas y llega a Buenos Aires para presentarlo. Su canto, dice, le sirve para no odiar a quienes le hicieron daño y exorcizar las penas de amor.

Por: Diego Manso
 
Ya no nacen cantantes como Concha Buika. Su intensidad viene de otros tiempos. Pertenece a una raza que ha dado nombres como los de Concha Piquer, La Lupe Yoli u Olga Guillot. Acaba de editar, junto al pianista cubano Chucho Valdés, un disco homenaje a Chavela Vargas, El último trago, que por estos días presenta en Buenos Aires.

-¿De pequeña ya cantaba?

-Yo creo que mi cante empezó antes que mis palabras. En mi casa somos todos muy músicos, muy bailarines y muy cantarines. Mi abuela, por ejemplo, cantaba cuando quería decirle algo a mi madre y no se atrevía a enfrentárselo con la palabra. A veces estábamos en la cocina y mi abuela se ponía a cantar desde la terraza y mi madre decía: "Mira todo lo que me está diciendo". Mi abuela estaba cantándole, pues, lo que quería decirle.

-¿Canciones?

-No, no... ¡Lo que quería decir!

-Lo que quería decir, pero cantando...

-Claro... Entonces yo cantaba de todo. En mi casa siempre hubo tocadiscos y siempre hubo discos y nosotros reproducíamos todo lo que oíamos. Imagínate, éramos africanos que llegaron a una tierra que no entendían, así en aquel momento todo lo que nos viniera era bueno.

-¿Su madre de qué trabajaba?

-Limpiando. Cuando mi papá se marchó limpiaba en hoteles, en casas y así...

-¿A su padre no lo ha vuelto a ver?

-No, no lo volví a ver más. Mi papá se marchó cuando yo tenía nueve años. Era escritor y trabajaba en un banco. Una total contradicción. La suya hubiera sido una vida muy bella si la hubiese sabido vivir. El huyó de Guinea porque era una persona que creía en la libre expresión y en una serie de conceptos que en una dictadura no son posibles. Entonces, como era un incendiario, de izquierdas total, se refugió en Mallorca. Y allí desarrolló su escritura...

-¿Y llegó a editar los libros?

-Sí, claro que editó los libros.

-¿Y dónde está su padre, entonces?

-Pues no lo sé, porque mi papá murió en el presente. Quiso morir en el presente. Yo no creo en el futuro. Y el pasado es tan extraño y confuso que mitad lo invento; la cabeza funciona de esa manera. Cuando una persona se aleja de ti quiere marcharse de tu presente, no de tus recuerdos ni de la posibilidad de un futuro... Claro el futuro es un invento malicioso y estamos condenados a un presente constante.

-¿Y la esperanza dónde la pone?

-Ese es otro mal invento, porque la esperanza te hace soñar con felicidades futuras, te impide darte cuenta de la caricia del ahora y piensas que es menos de lo que te puede traer la vida. La esperanza es peligrosa si no se la sabe emplear. Un arma de doble filo. La rendición no es siempre propia de cobardes, también es propia de cansados, ¿me entiendes?

-¿Y qué hacemos con la resistencia entonces?

-Ah bueno, pero esa es una condición sin ecuánime del ser humano... Es muy difícil lo del teorizar con el ser, con las esperanzas, porque puedes confundir necesidades con deseos. Por ejemplo, ¿qué conflicto tenemos con la soledad, cuando resulta el lugar desde donde uno se construye? Es vital la soledad y, sin embargo, la tenemos como una gran enemiga. Vemos al desamor como a un monstruo enorme y horrible cuando, en realidad, es el primer paso del amor hacia uno mismo. Hay que tener cuidado con los conceptos aprendidos, porque luego nos convertimos en víctimas abstractas y eso es peligroso, porque nos hace débiles.

-¿Dice que al desamor, entonces, hay que llorarlo todo de pronto y ya?

-Pues llora, coño, si es lo que te pide el cuerpo. Pero normaliza la situación. Que una persona te deje es un hecho asumible. Yo estoy sola, ¿me ves mal?, ¿me pasa algo?, ¿se me ha caído un ojo? ¡No! La putada es estar acompañado y sentirse solo. ¿Estoy sola? Asumible. Nací sola, cago sola, da igual. Estoy sola: partamos de aquí. No empieces a verter sobre la otra persona todo el sinfín de tus miedos, que ya los tenías antes de que apareciera.

-¿Y cómo se relaciona todo esto con cantar las penas de amor?

-Es que utilizas el cante para quitarte la pena. Para solemnizar el dolor. Eso es algo que Chavela Vargas nos enseñó cómo hacer.

-¿Entonces exorciza las penas?

-Las coloco en su sitio. Sacártelas, no te las vas a sacar en tu vida. Hay una cosa que siempre me preguntan acerca de haberle cantado a Chavela: me dicen que cuando escuchan el disco se dan cuenta de que no la copié... Es que yo canto desde mi propia herida abierta, abierta que no sangrante. Abierta para saber adónde no quiero volver.

-¿Adónde no quiere volver?

-Donde ya estuve y no me gustó.

-¿Y qué es eso?

-Donde no me supieron querer, donde fui torpe a la hora de expresarme. Donde no me sentí cómoda. ¿Para qué volver ahí? No hay que dirigirse hacia las mismas cosas que nos han hecho daño. En una secuencia lógica de vida la repetición es un error: nunca ves al mismo pájaro pasar de la misma manera, ni a la misma ola romper en la misma playa. No volvería a nada que me ha hecho daño.

-¿Y su madre vive?

-¡Y colea y canta! Mi madre es el terremoto de Mallorca. Sucede que el cante, en Africa, es un modo de expresión usado por todo el mundo, no sólo por los cantantes. En Africa no existe el concepto de "este canta bien o este canta mal"...

-¿Usted estudió canto?

-Tengo una pequeña pelea con eso: nadie me puede enseñar cómo llorar. Esto que dicen, que te enseñan a utilizar tus cuerdas, que te enseñan a respirar... ¿Qué tontería es esa? Si el cante es la expresión de mis sentimientos, nadie me puede decir cómo hacerlo. Entiendo que si quieres hacer ópera es lógico que necesites una disciplina concreta. Como cantante, creo que, para aprender a cantar, antes tienes que aprender a escuchar. Olvídate de estudiar a otras cantantes, estudia a trompetistas, a saxofonistas, a buenos pianistas...

-Es que los profesores de canto le han hecho mucho daño a la música popular...

-De acuerdo. ¡Hay tantos cantantes confundidos detrás de sus miedos! Luchando por grammys, por lujos, por mogollón de cosas. Les han metido mucho miedo en el cuerpo.

-¿Y qué cantantes le gustan?

-Todos. Los músicos no sabemos nada de música, no tenemos ni puta idea. Es quien paga una entrada a un concierto el que sabe de música, el que, después de pagar toda la mierda que nos hacen pagar, se gasta el dinerito que le queda en comprarse un disco. Los músicos somos militantes de la única religión legítima que existe, que es el arte. Somos soldados de un ejército que conspira para que el arte siga siendo la única religión que, de verdad, le sirve a las personas para redimirse, gozar, reír y para descansar un momento. Pero no sabemos nada de música.

-Es la segunda vez que viene a Buenos Aires...

-Pero es la primera vez que tengo conciencia de ello, porque la primera vine muy cansada, en un invierno que no había mucha luz y no vi mucho. Me quedé con dos detalles: la sala en la que actuamos y luego... ¡Es que sois muy cariñosos vosotros! No sé por qué tenéis un mal duende que os hace pensar que caéis mal. Me da rabia esto, porque se os quiere muchísimo... Se escucha mucho la música vuestra, gusta mucho el recuerdo poético que se tiene de vuestra escritura... Mercedes Sosa, por ejemplo...

-¿Llegó a verla en vivo?

-Y me mató cien veces, con cada expresión. No ha habido nadie como ella en la historia... Mercedes era una sabia del paladar, una gran enciclopedia abierta de cómo expresarse, porque lo jodido es cuando no nos sabemos expresar. Guardamos demasiados secretos y nos pesan mucho, tío. Y los secretos son tales por miedo a que no nos entiendan...

-O a que no nos quieran, o a que nos dejen de querer...

-Vale, eso... Es que tú sabes que si te entienden no te dejan. Me puedes decir ahora mismo que te sientes extraño por estar a mi lado o puedes callártelo porque tal vez creas que yo no vaya a comprenderte. Y, en realidad, es un secreto estúpido porque puedes hablar y no pasará nada. Pero, a veces, parece que es tan gordo lo que va a pasar, que nos lo callamos y nos lo tragamos.

-Y eso es cantar, no tragarse las cosas...

-Exactamente, eso es el cante. Cantar puede ser muchas cosas. ¡Contar! El cante es contar.

-¿Y la gente que cuenta bien canta bien?

-La gente que cuenta bien, cuenta bien. El cantar es lo de menos. Nadie creía que yo podía cantar con esta voz.

-¿Con qué voz?

-¡Con la mía! Recuerdo que me encontraba con ex compañeros de clase que me preguntaban: "¿Tú qué haces?" Y yo: "¡Canto!". Y me decían: "¿Con esta voz?" Es que nunca me identificaron por mi voz. Pero bueno, no pasa nada, yo de cantar sé poco, pero tengo algo que contar.

-¿Y a Chavela la ve? ¿Le ha cambiado la vida conocerla?

-Ay, no sé. Es que a mí me recuerda mucho a mi abuela, tenía la misma mala leche.

-¿Y va a grabar con ella?

-Chavela está muy cansadita ya. Lo que hacemos es cantar juntas cuando voy a su casa.

-¿Estuvieron juntas en un escenario?

-No, tampoco... Una vez nos sacó casi a puntapiés, a mí y a la Martirio.

-¿Y después se arrepintió?

-Jamás. Simplemente después le apeteció hacer otra cosa, que fue abrirme los brazos.

-¿Y después de esto qué va a grabar?

-Ya está grabado, pero no sé qué es lo que se va a publicar. Debes tener en cuenta que de los artistas no se sabe lo que hacen, se sabe lo que publican. Grabo mucho, tengo un estudio de grabación en mi casa.

-¿Y compone todo el tiempo?

-Sí, mucho. Compongo para no odiar a nadie.

-¿Cómo es eso?

-Hace unos días me dejó mi chico. El chico con el que estaba desapareció. Yo puedo optar por odiarlo pero, aparte de que no sería justo, puedo ponerlo en una canción y me va a traer dinero. ¿Cómo puedo odiarlo si me he comprado un coche gracias a él? Yo canto para no volverme loca y compongo para no odiar... Mi papá, que es quien me dio la vida, se ha marchado y no lo he vuelto a ver. ¿Me ves mal? Si se marchó mi padre y sobreviví, que una persona de la calle vuelva a su lugar, no pasa nada.

-Pero también ha tomado la decisión de no buscarlo...

-Cada uno sabrá. Yo tengo a mi música que no me abandona.

-Entonces siempre necesitamos algo que no nos abandone...

-Nuestro latido. Tú acuérdate de respirar, que no se te olvide nunca. Además, morir de amor nunca sirvió. Porque siempre llega otro morir que te deja en manos de un tercer morir que luego le cede el paso a un cuarto que amablemente te deja en manos de un quinto que, hoy por hoy, te está matando. A nosotros nos limita la carne, pero tenemos un mundo que existe detrás de los párpados. En ese mundo, ni el cuerpo nos difama ni la distancia nos separa. El amor reina allí. En el mundo de afuera reina el tacto, reinan cosas que te hacen sentir mucho amor y que lo único que hacen es alimentar lo que está dentro. Está peligroso eso de maximizar la figura de la persona que tenemos delante, la convertimos en un ícono tan gigantesco que luego la pinchamos y la pobre persona hace plof.

-Y era una pobre persona...

-Como tú y como yo. Dejémonos respirar un poco y juntémonos un poco más.

-Volvamos a ser amigos todos...

-Todos, todos. Está muy feo eso engañarse con la soledad... Es que las personas creativas tenemos un gran enganche con la soledad porque es la única manera en que se puede trabajar. A mí la soledad me alimenta mucho...

-¿Y usted no se engaña?

-No, porque no temo. Yo me la paso muy bien estando conmigo.

-Hay gente que no, que enseguida necesita establecer reemplazos...

-Está muy jodido eso... Es cosa de pobres infelices.

-Y para uno, que se quedó mirando de afuera, es muy doloroso...

-¡Claro que duele, tío! Duele y duele.

-Pero luego pasa...

-Y si no, tú acuérdate de respirar...

sábado, 5 de diciembre de 2009

Ser escritor

Vuelos

Por Bersuit  Vergarabat

Vos me estás mirando

y yo voy a caer, colgado en tu sien.

Vos me estás mirando y yo voy a caer.

No ves pero ahí voy a

buscar tu prisión de llaves que sólo cierran...

No ves pero ahí

voy a buscar tu prisión.

Y la bruna rebota siempre hacia aquí.

Solo voy a volver,

siempre me vas a ver y cuando regrese de

este vuelo eterno.

Solo verás en mí, siempre a través de mí un

paisaje de espanto así.

Y el nylon abrió sus alas en mí...

Tu cara se borra, se tiñe de gris,

serás una piedra sola...

Te desprendes de mí,

yo me quedo en vos...

Ya mis ojos son barro en la inundación

que crece, decrece, aparece y se

va y mis ojos son barro en la inundación.