lunes, 10 de diciembre de 2007

El alma del vino

Por Charles Baudelaire

Cantó una noche el alma del vino en las botellas:¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,
Desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,
Un cántico fraterno y colmado de luz!»

Sé cómo es necesario, en la ardiente colina,
Penar y sudar bajo un sol abrasador,
Para engendrar mi vida y para darme el alma;
Mas no seré contigo ingrato o criminal.

Disfruto de un placer inmenso cuando caigo
En la boca del hombre al que agota el trabajo,
y su cálido pecho es dulce sepultura
Que me complace más que mis frescas bodegas.

¿Escuchas resonar los cantos del domingo
y gorjear la esperanza de mi jadeante seno?
De codos en la mesa y con desnudos brazos
Cantarás mis loores y feliz te hallarás;

Encenderé los ojos de tu mujer dichosa;
Devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,
Siendo para ese frágil atleta de la vida,
El aceite que pule del luchador los músculos.

Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,
Raro grano que arroja el sembrador eterno,
Porque de nuestro amor nazca la poesía
Que hacia Dios se alzará como una rara flor!»

sábado, 1 de diciembre de 2007

Nota de revista

Por Cristian Anderson

“Cuando estamos de viaje, olvidamos la finalidad del mismo. De la misma manera empezamos a ejercer una profesión como medio para alcanzar un fin, pero después continuamos ejerciéndola como si fuera un fin en sí. La estupidez que cometemos más a menudo es el olvido de las intenciones”
Friedrich Nietzsche.

Lamentablemente, (es triste comenzar con esta palabra) noto la perdida total de utopía en el ámbito estudiantil, la idea ambiciosa de hacer sinónimos estudio = dinero y disipar el sentido de la vocación. Hacer del estudio un medio para un fin, pero luego hacerlo un fin en si, hace que entonces que me pregunte: ¿las intenciones?... ¿será la respuesta que realmente justifique tal perdida de sentido?... ¿será justo culpar a alguien?
Es muy difícil buscar respuestas a estas y tantas otras que revienen a mi cabeza, cuando comienzo este viaje del estudiante, y más aún cuando mi carrera necesita el lado utópico para hacernos caminar, como dice Eduardo Galeano: “¿Para qué sirve la utopía si cuando nos acercamos un paso a ella, se aleja un paso. Si damos otro paso, se aleja otro?. Para eso está allí, para hacernos caminar.” En la educación la utopía que debemos tener es la de poder transformar, sino yo pregunto: ¿Qué sentido tiene entonces?.
Sería muy injusto utilizar las palabras Todos, Nadie, Siempre y Nunca, pero si debo buscar repuestas a mis preguntas, las intenciones son muy bien influenciadas por la ideología de la clase dominante, que “orgullosamente” reproduce la escuela, eso aprendimos, eso nos enseñaron, ir preparándonos para salir de la escuela y trabajar acorde a nuestra clase social obviamente, no pretendamos que yo hijo de padre municipal y madre cocinera pueda ocupar un cargo jerárquico... Por lo menos eso es lo que la escuela me enseñó, o posiblemente yo sea el alumno (sin luz) que mal interpreto a las intenciones.
¿Esto justificaría frases como: -¡Estudio Seguridad e Higiene porque en el petróleo se gana mucha plata! O -¡Estudio ciencias de la educación porque los chicos no se acaban nunca!? A eso si tengo una repuesta... ¡NO! Invito con estas pocas palabras a estudiantes que comenzamos a caminar siguiendo una utopía, a que nunca se llenen de dinero nuestras intenciones, a que nos atrevamos a pensar en un cambio, a pensar que si las cosas son así, a que también pueden ser de otra, a pensar que la utopía esta para que caminemos y no para que tropecemos con ella, a pensar que mientras caminemos los ideales se irán cumpliendo. Los invito.

“...hay que decirlo, tal vez lo que el Che mencionó como visto en lontananza no era sino el lugar donde la libertad es punto de llegada y de un nuevo paso: el de ser mejores. Salud y que en sumas y restas, gane el mañana.”
Subcomandante Insurgente Marcos.