viernes, 17 de septiembre de 2010

De deseo somos

La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola. Tenía manos, pero no tenía a quién tocar. Tenía boca, pero no tenía con quién hablar. La vida era una, y siendo una era ninguna.
Entonces el deseo disparó su arco. Y la flecha del deseo partió la vida al medio, y la vida fue dos.
Los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse también

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encantó este breve relato, tiene la impronta de galeano, si es tuyo, no le va en menos, muy por el contrario, creo lo eleva, lo califica mejor aún