Uno de los proverbios más antiguos, escrito en lengua de los sumerios, exime al trago de toda culpa en caso de accidentes:
La cerveza está bien.
Lo que está mal es el camino.
Y según cuenta
el más antiguo de los libros, Enkidu, el amigo del rey Gilgamesh, fue bestia
salvaje hasta que descubrió la cerveza y el pan.
La cerveza
viajó a Egipto desde la tierra que ahora llamamos Irak. Como daba nuevos ojos a
la cara, los egipcios creyeron que era un regalo de su dios Osiris. Y como la
cerveza de cebada era hermana melliza del pan, la llamaron pan líquido.
En los Andes
americanos, es la ofrenda más antigua: desde siempre la tierra pide que le
derramen chorritos de chicha, cerveza de maíz, para alegrar sus días.
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